Poggioreale
La nueva Poggioreale se ve desplazada sobre bastiones superpuestos,cada uno dispuesto en torno a una plaza circular; la escenográfica Plaza Élimo fue proyectada por el famoso arquitecto Paolo Portoghesi. Pero la identidad de Poggioreale no se encuentra en el nuevo centro habitado, sino más bien en las impresionantes ruinas del viejo "Pueblo Fantasma" situado sobre un "Alcor digno de un Rey" (de ahí su nombre), abandonado tras el terremoto de 1968. En el sugestivo sitio arqueológico del Castellazzo” se puede descubrir la historia más antigua del territorio y disfrutar en su cima de un panorama de la región de entre los más sugestivos que se puedan imaginar. Si la vocación agrícola del territorio encuentra su testimonio en el pequeño Museo etno-antropológico, periódicamente la ciudadela se anima con ferias y manifestaciones que reproponen al visitante los sabores y los colores de las antiguas tradiciones, entre ellas la Feria del Requesón y de los Quesos, la Feria de la Muffoletta y los Cálices de Estrellas.
La nueva Poggioreale se ve desplazada sobre bastiones superpuestos,cada uno dispuesto en torno a una plaza circular; la escenográfica Plaza Élimo fue proyectada por el famoso arquitecto Paolo Portoghesi. Pero la identidad de Poggioreale no se encuentra en el nuevo centro habitado, sino más bien en las impresionantes ruinas del viejo "Pueblo Fantasma" situado sobre un "Alcor digno de un Rey" (de ahí su nombre), abandonado tras el terremoto de 1968. En el sugestivo sitio arqueológico del Castellazzo” se puede descubrir la historia más antigua del territorio y disfrutar en su cima de un panorama de la región de entre los más sugestivos que se puedan imaginar. Si la vocación agrícola del territorio encuentra su testimonio en el pequeño Museo etno-antropológico, periódicamente la ciudadela se anima con ferias y manifestaciones que reproponen al visitante los sabores y los colores de las antiguas tradiciones, entre ellas la Feria del Requesón y de los Quesos, la Feria de la Muffoletta y los Cálices de Estrellas.
HISTORIA
La fundación de la antigua Podium regale, “Alcor Digno de un Rey”, acaecida en 1642 por ius populandi, le valió al marqués Francesco Morso, de Gibellina, el título de Príncipe de Poggioreale; fue él en efecto el que quiso que los agricultores de los feudos Bagnitelli, Mandria di Mezzo y Busecchio se trasladasen a los pies del Monte Castellazzo, al lugar en que poseía un Palacio de residencia. La ciudad durante siglos ha vivido el devenir histórico como centro agrícola, hasta la noche entre el 14 y el 15 de enero de 1968, cuando un violento sisma golpeó el Valle del Belice: el antiguo centro habitado de Poggioreale sufrió daños en su 80% y muchas casas se derrumbaron bajo los golpes estremecedores del terremoto. La vieja ciudad fue abandonada y el nuevo núcleo de viviendas se trasladó más río abajo, a la Colina del Bao de la Mandria di Mezzo, donde la población ha sabido mantener usos, costumbres y tradiciones.
PAISAJE
La actual Poggioreale se encuentra poco distante del viejo centro urbano devastado por el terremoto de 1968. Es una ciudad moderna, concebida en modo totalmente diverso a la original, en la que se ha realizado una arquitectura que se separa drásticamente de la tipología de la ciudad destruida. Poggioreale se encuentra hoy en una panorámica situación en la colinas, al norte del Valle del Río Belice, que discurre poco distante. Este nuevo asentamiento se articula en tres bastiones superpuestos, cada uno de los cuales resulta formado por un núcleo residencial dispuesto en forma anular en torno a una plaza circular. Verdes colinas, un monte, un Alcor Digno de un Rey: este es el escenario natural de Poggioreale, que se ha mantenido vivo en su contexto paisajístico, el único elemento capaz de encontrar, a través de sus cultivos de olivos y viñedos, la identidad que el terremoto estuvo a punto de cancelar.
NATURALEZA
Las referencias de orden naturalista, que pueden reconducir a la antigua presencia del bosque mediterráneo, se pueden hallar en elementos residuos que caracterizan el paisaje, que sube hacia el Monte Castellazzo. Se pasa en efecto de la garriga al ampelodesma, palma enana, retama, asfódelo y euforbio, a la mancha con formaciones secundarias, fruto de una intensa degradación de los bosques originales. Prevalecen por tanto los arbustos y los elementos caracterizados por una cierta espinescencia como la zarza, el ciruelo, el blanco espinar, el peral silvestre, y también el zumaque, utilizado en otro tiempo para la extracción del tanino. Gracias a estos mosaicos vegetacionales, en el período primaveral aparece un migrador de variopintos colores, el abejaruco, reconocible por su larga cola, alas en punta y pico afilado, y también el cernícalo, mientras que posada sobre los campos se puede observar a la alondra con su melodioso gorgeo.
TRADICIONES
En los días 18 y 19 de marzo, con ocasión de la festividad de San José, se montan artari (altares) votivos para pedir una gracia al Santo o por haberla recibido, según una costumbre que se remonta al siglo XVIII; cubiertos con lienzos blancos, están adornados con laurel, gruesos panes redondos llamados cucciddati, naranjas y los típicos squartucciati, hojaldres de pasta rellenos de higos triturados, modelados siguiendo varias formas simbólicas y artísticamente tallados con navajas especiales. De la realización de estos extraordinarios adornos se ocupan las mujeres del pueblo, que con inquebrantable paciencia y gran habilidad consiguen crear sorprendentes “bordados” de pasta. Ante el altar hay colocada una mesa puesta para tres personas, en otro tiempo pobres, que aluden a la Sagrada Familia, a las que, el día 19 se ofrece una comida de numerosos platos preparados sobre todo con las primicias de los campos.
RELIGIÓN RECUERDOS VÍNCULOS
De gran participación las fiestas religiosas, desde la del Santo Patrón, Antonio de Padua, que cae en los días 12 y 13 de junio, con procesiones y espectáculos, a la de San José, Padre de la Providencia, el 18 y 19 de marzo. La realización misma de los altares, nace de la profunda exigencia, por parte de quien ha hecho un voto, de agradecer al Señor los beneficios concedidos por intercesión de San José. De gran relieve es por ello la simbología cristiana, tanto de los elementos que componen el altar como de los squartucciati, que tienen forma de hojas de palma, palomas, pavos reales, peces, corazones, ostensorios, cestitas, pilas. Pura devoción es el rito de ofrecer a quien visita el altar garbanzos dulces, caliati, y pan bendito, o distribuir los platos de la comida, en sintonía con las palabras de Jesús: Gratuitamente habéis recibido, gratuitamente dad (Matteo 10,8), por lo que: “pi San Giuseppi grazie un si dici” (por San José no se dice “gracias”).
ARTE
Un singular Pesebre de Cristal de Murano tiene sitio en una exposición permanente, en un pequeño edificio post-moderno, ideado como estación de autobuses por los arquitectos Purini y Termes, a espaldas de la Plaza Élimo, hoy transformado en sede expositiva, con grandes cristaleras que consienten la visión también desde el exterior de este llamado Pesebre Encantado. Las diecisiete figuras, entre personajes y animales, que lo componen, intensamente realistas, miden entre treinta y noventa centímetros de altura y han sido realizadas a partir de bocetos creados por el palermitano Pippo Madè, en las famosas cristalerías vénetas por el célebre maestro Riosin con la técnica de “la mano que vuela”, que permite obtener especiales efectos cromáticos a través de diversos tipos de fusión. Los personajes son los típicos del pesebre siciliano: además de María, José y el Niño Jesús, toman parte en él “pastores” y animales, entre ellos un camello.
ARQUELOGÍA
En el monte Castellazzo se encuentra un área arqueológica muy interesante, en la cual recientes excavaciones han individuado un antiguo asentamiento, presuntamente de origen élima. Es probable que el lugar, sólo en parte sacado a la luz, de pequeñas dimensiones haya estado habitado a partir del siglo VII a. C., aunque se retiene que algún núcleo de población pueda haberlo habitado también en períodos precedentes. Según una hipótesis local, sobre el monte Castellazzo o Élimo, así llamado por el nombre del condotiero troyano, que huido de su ciudad por mar encontró salvación en las costas de la Sicilia Occidental: no se excluye además que pueda tratarse de la misteriosa Entella, la tercera ciudad élima de la cual hablan las crónicas de antiguos autores, y que junto a Érice y a Segesta fue una de las comunidades principales de aquella civilización.
“Ruinas de Poggioreale”
Sugestiva es la atmósfera que emana el antiguo centro, abandonado a causa del terremoto de 1968 que la destruyó en su 80%, definido “Ciudad Fantasma” y escogida para la ambientación de algunas escenas de películas famosas como La Piovra, L’Uomo delle Stelle (el Hombre de las Estrellas), Malena, Cefalonia. En el tejido urbano pueden verse aún las instalaciones en forma de tablero de ajedrez, el trazado vial y el conjunto de los edificios de los que quedan en gran parte los muros perimetrales. Es posible recorrer la Avenida Umberto I, la “strata di la cursa”, a lo largo de la cual se asoman los restos de los principales edificios: el Ayuntamiento, la escuela, la oficina de correos, el Teatro Municipal, la Iglesia de San Antonio de Padua. Desde la plaza Élimo se divisa la amplia escalinata que conduce a la Iglesia Madre, de la que han sobrevivido fragmentos de muros perimetrales y el alto campanario. Resiste también la antigua Fuente Cannoli ( de los caños), en el centro del ensanche homónimo.
MONUMENTOS
La pequeña ciudad acoge al visitante con la escenográfica Plaza Élimo, una especie de ágora griega, proyectada por el arquitecto Paolo Portoghesi que inspirándose en los modelos clásicos ha utilizado columnas estriadas, estatuas, arquitrabes rectilíneos y tímpanos triangulares para hacer revivir propileos, estoas y templos griegos en una dimensión realmente sugestiva y singular. El tema que el arquitecto repite con gusto es el del templete con dos columnas y frontón, propuesto también en la base de la linterna de la recortada Torre del Reloj, además de en el prospecto del Ayuntamiento. De los arquitectos Purini y Termes es la Capilla de San Antonio de Padua, con patio enfrente y amplio anteiglesia con pilares libres; de formas que tienden vagamente al clásico, inspiradas en las vecinas obras de Portoghesi, se representa en cambio el Teatro Municipal, una obra incompleta proyectada por Luigi Giocondo.
MUSEOS CIENCIA DIDÁCTICA
La vocación puramente agrícola de Poggioreale está documentada en el Museo Etno-Antropológico, memoria histórica de la población, anejo a la Biblioteca Municipal. El visitante encontrará aquí un mundo olvidado, ligado a las actividades que se llevaban a cabo tanto en los campos como en los talleres del herrero, del tonelero, del zapatero, o más sencillamente en el ámbito doméstico, representado por enseres, instrumentos y objetos de formas y nombres ya casi desconocidos que, leídos o, mejor aun, pronunciados en dialecto resultan más incisivos que con su significado en italiano. Objetos singulares son li vertuli di Poggioreali, típica alforja local destinada a contener viandas, y el par de cuévanos, cestas con forma de cono invertido, canceddi, para el transporte del agua dentro de contenedores de terracota. Una pequeña vitrina recoge además el material arqueológico proveniente del Monte Castellazzo, habitado desde la prehistoria.
ENOGASTRONOMÍA
La agricultura ha determinado desde los orígenes la historia del pueblo y es aún ahora la actividad primaria, que se precia de tener instalaciones vitícolas de alta calidad y la producción de excelentes vinos blancos y rojos que han valido a Poggioreale el apelativo de Ciudad del Vino. No faltan otros tipos de producciones como el aceite, cereales, melones amarillos, sandías y hortalizas. Algunos ganaderos- de la industria caseosa aún hoy producen artesanalmente quesos y sobre todo queso de cabra, en las versiones de: “tuma”, “primo sale”, semicurado y curado, además de la“zabbina” (requesón con suero) y el requesón para comer, que reina soberano en la preparación de los deliciosos “cannoli”, “cassatelle”, tartas y “cassate”. Auténtica especialidad es la Vastedda del Belice, un queso D.O.P., de pasta hilada, con forma de pequeña hogaza, producido con leche de oveja autóctona, muy apreciado por los entendedores y gourmets. Nfigghiulate, buñuelos rellenos de cebolla y morcón de salchicha, stigghiola de cordero, dulces a base de higos (cucciddati de Navidad) y almendras son auténticas delicias. En la comida de San José es obligado un primer plato muy especial, compuesto por 3/4 de espaguetis condimentados con una especial salsa de tomate, enriquecida con brécol, hinojillo salvaje, puddicini y otras hierbas, todo ello espolvoreado y cubierto de miga de pan tostado, y ¼ de arroz blanco acompañado de judías. Típicamente local es la muffuletta, un panecillo muy tierno con un fuerte aroma de hinojillo salvaje, para tomar preferiblemente condimentado con un buen aceite de oliva extra virgen, extraído de la aceituna Noguerala del Belice D.O.P., con queso de oveja rallado y trocitos de sardinas saladas.
EVENTOS Y MANIFESTACIONES
Para hacer más animada la vida poggiorealesa están las ferias y muestras que promueven los productos típicos locales y, de especial modo, los de la industria caseosa. Requesón y quesos son en efecto los protagonistas de la muestra y de la feria que se celebran el tercer sábado de mayo, durante las cuales, además de degustar las múltiples variedades de quesos, se puede asistir a la demostración práctica del ciclo de elaboración con las herramientas tradicionales. Otra cita, en la primera semana de noviembre, es la de la Feria de la Muffuletta, típico panecillo muy tierno. En el mes de agosto, además de el Verano Poggiorealés, caracterizado por espectáculos musicales, teatrales y de entretenimiento, bajo el lema de la alegría y del gusto se lleva a cabo la velada Cálices de Estrellas, en la que son protagonistas los excelentes vinos locales, blancos y rojos. Interesante también la Muestra de los Squartucciati, por San José, en marzo.
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